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En una gran parte de las consultas de etología clínica felina, al recabar información sobre las causas y el origen del problema, nos encontramos que el conflicto empezó a gestarse prácticamente desde el inicio de la convivencia. Por ello, hemos creído conveniente escribir este post con algunos consejos de cómo podemos actuar para que la adaptación a su nuevo hogar sea lo más correcta posible para nuestro nuevo gato. (y con esto queda inaugurada la nueva categoría del blog «Etología Felina» ;D)

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1.- Reconocimiento del territorio.

Los primeros días en su nueva casa son de vital importancia. Es, en ese momento, cuando evitaremos el desarrollo de gran parte de los posibles problemas futuros. Lo ideal es poder asignarle al gato un lugar tranquilo y cómodo, apartado de la zona de más actividad de la casa; colocar en esa zona una cama, un comedero, un bebedero y la bandeja de arena, así como espacios para poder esconderse si lo desea. Este lugar será conocido como su “refugio”, y en el futuro el animal recurrirá a ese lugar cuando quiera estar solo y sin que le molesten.

Cuando el gato se sienta cómodo en ese lugar asignado empezará, por si solo, a explorar el resto del territorio para definir sus propios lugares y empezar a establecer una relación social con cada uno de los integrantes de la familia. ¡No debemos forzarlo a interactuar con nosotros! La mayoría de las veces, con ello lo único que conseguimos es generar rechazo y miedo en el gato. Hay que dejar que sea nuestro gato el que tome la iniciativa de contacto. Eso si, nosotros podemos premiar estos acercamientos para ayudarle a asociar nuestra presencia con una sensación agradable.

2.- Enriquecimiento ambiental.

Los gatos, como animales territoriales que son, están muy unidos a su casa y cualquier cambio en su espacio vital (cambios de mobiliario, visitas, ruidos, etc.) puede ocasionarle mucho estrés. Debemos poner mucha atención a los signos de estrés de nuestro gato, como son las pupilas dilatadas, la pérdida de apetito, ausencia de alomarcaje (frotarse con la cara y cuello), falta de interacción, aislamiento, e incluso aparición de conductas agresivas.

Para evitar la aparición de estos problemas se pueden tomar ciertas medidas preventivas de enriquecimiento ambiental y adaptar la casa a las necesidades de nuestra mascota. Juguetes, zonas de descanso, escondites y rascadores son los accesorios mínimos que debe de tener cualquier gato doméstico.

3.- Visitas en su territorio.

Como se ha comentado en el punto anterior, las visitas en la casa (tanto de personas como de otras mascotas) pueden generar mucho estrés en los gatos. Muchos gatos se esconden mientras las visitas están en casa, otros se esconden en un primer momento y, poco a poco, salen a investigar al recién llegado. Para ayudar a nuestro gato a gestionar estas situaciones debemos informar a las visitas que no intenten jugar con el gato y que lo ignoren hasta que sea éste el que se acerque a reconocer al recién llegado.

En el caso de que la visita venga acompañada de un perro hay que vigilar la reacción de ambos animales. En la mayoría de los casos, los gatos que no han estado nunca en contacto con otros perros se esconden mientras dura la visita del perro. Y es, en estas ocasiones, cuando nos va a venir muy bien la creación inicial del “refugio”; zona en la que se debe impedir el acceso al perro.

Gran parte de los gatos se muestran inicialmente muy desconfiados al llegar a un nuevo entorno, pero después de un periodo de adaptación se observara un cambio en su relación con el entorno. Sea paciente y verá que a la larga pasará muy buenos momentos con su nuevo amigo.

* Un alto porcentaje de los gatos llegan a nuestros hogares después de haber sido encontrados en la calle o adoptados en algún refugio, desconociendo su origen y su historia. En alguno de estos casos, a parte de los consejos anteriores, puede ser necesario la ayuda de un especialista para tratar algún problema de conducta concreto. Si ha adoptado un gato, y después de un tiempo observa que continúa manifestando alguna reacción de agresividad, miedo o estrés, hable con su veterinario para valorar si necesita remitirle a un especialista en medicina del comportamiento o etología clínica.